martes, 6 de mayo de 2008

¿ES NECESARIO SU SUICIDIO ?

Cuando se produjo la reaparición de José Tomás, en unión de unos amigos, fuimos a verlo a Barcelona, Algeciras, Córdoba, Málaga, etc.
Pasada la primera impresión de su regreso, de quien para referirnos a él siempre lo habidos hecho como “San José Tomás”, porque había siendo el último que nos había emocionado en los toros, nos empezó a bullir por la cabeza, una serie de dudas sobre lo que estábamos viendo, en relación con los aspectos relacionados con la procedencia del ganado, su presentación y lo que era más importante, sobre la actitud del diestro.

Suele ocurrir que cuando uno se convierte en un fanático de algo o de alguien, no suele ver los elementos negativos que lo acompañan.- Sin embargo los fanatismos parecen razonables con una determinada edad, pero con el transcurrir de los años, se suele evolucionar hacia el apasionamiento y por exceso al análisis frío y desapasionado de las cosas.

Después de la cogida de Málaga, decidimos que si seguía manteniendo esa actitud ante los toros y seguía lidiando la misma ganadería y animales de tan escasa presentación, no estábamos interesados en su tauromaquia.
Admitir eso de quien te ha levantado del asiento, elevado por la fuerza invisible de la emoción, era demasiado duro; pero había desaparecido la magia; ya no se colocaba igual delante de los toros, con precisión milimétrica, sino a merced de los toros, ya no vaciaba las embestidas y por ello sufría multitud de enganchones de los engaños, la virtud se había convertido en torpeza o lo que sería peor en deseo de suicidarse en público.
Tengo la impresión de que José Tomás se ha equivocado en su vuelta.- Los que lo hemos idolatrado, por méritos propios, queríamos recordarlo tal cual.- Cuando se planteo su vuelta, lo deseábamos con la ilusión de que cada tarde saliera al ruedo a dar una lección de tauromaquia, haciéndole a cada toro lo que por su condición fuera menester, sin pretensiones de triunfo a toda consta.- Había conseguido ser uno de los más grandes, ahora no necesitaba el triunfo tarde a tarde y a toda consta.
Lamentablemente no ha sido así y cada tarde aparece un hombre en el ruedo con pretensiones de un suicidio ritual; alarga las faenas innecesariamente, como si cuando no sufre la cogida no estuviera satisfechos sus seguidores.

Si pudiera llegarle al oído estas palabras mal hilvanadas por la angustia después de ver la cogida de Jerez, le diría que no es necesario el suicidio, que para sus seguidores es más importante su permanencia, por el futuro de la fiesta brava, que su inmolación en el ruedo, lo primero serviría para volver a emocionarnos con su concepto del toreo, lo segundo no se lo perdonaríamos nunca.